Ética comparativa
Ética comparativa, también llamada Ética Descriptiva, el estudio empírico (observacional) de las creencias y prácticas morales de diferentes pueblos y culturas en varios lugares y tiempos. Su objetivo no solo es elaborar tales creencias y prácticas, sino también entenderlas en la medida en que están condicionadas causalmente por circunstancias sociales, económicas y geográficas. La ética comparada, en contraste con la ética normativa, es por lo tanto el tema apropiado de las ciencias sociales (por ejemplo, antropología, historia, sociología y psicología).
Los estudios empíricos muestran que todas las sociedades tienen reglas morales que prescriben o prohíben ciertas clases de acción y que estas reglas van acompañadas de sanciones para garantizar su aplicación. De particular interés en la ética comparada son las similitudes y diferencias entre las prácticas morales y las creencias de diferentes personas, como se explica por las condiciones físicas y económicas, las oportunidades para los contactos interculturales y la fuerza de las tradiciones heredadas que enfrentan nuevos desafíos sociales o tecnológicos. Se ha observado, por ejemplo, que prácticamente todas las sociedades tienen normas bien establecidas que se ocupan de cuestiones tales como la organización familiar y los deberes individuales, la actividad sexual, los derechos de propiedad, el bienestar personal, la verdad y el cumplimiento de las promesas, pero no todas las sociedades han desarrollado las mismas normas para estos diversos aspectos de la conducta humana.
Algunos científicos sociales concentran su atención en la universalidad de las reglas morales básicas, como las que prohíben el asesinato, el robo, la infidelidad y el incesto. Otros están más preocupados por la diversidad de prácticas morales, por ej., la monogamia versus la poligamia; el cuidado de los ancianos versus el parricidio; la prohibición del aborto versus el feticidio voluntario. Surge entonces la pregunta de si la similitud o la diversidad es más fundamental, si la similitud apoya la validez de la práctica y si la diversidad apoya el relativismo y el escepticismo. Es evidente que un consenso de todos los pueblos en una opinión moral no establece de por sí validez. Por otro lado, un acuerdo generalizado puede apoyar el argumento de que la moralidad tiene sus raíces en la naturaleza humana y, si la naturaleza humana es fundamentalmente la misma en todas partes, también manifestará esta similitud de maneras significativas, incluida la moralidad. Tales preguntas son filosóficas y están más allá del alcance de las ciencias sociales, que están restringidas a generalizaciones empíricamente verificables.
Otra cuestión se refiere al desarrollo de la moral. En la medida en que se trata de una cuestión empírica, debe distinguirse de la cuestión de si hay progreso en la moralidad. Porque el progreso es un término evaluativo: si los ideales morales, por ejemplo, o las prácticas de los pueblos civilizados, o ambos, son superiores a los de los pueblos primitivos, es en sí una cuestión de juicio moral más que de ciencia social. Sin embargo, los científicos sociales y los filósofos morales por igual han notado cambios importantes que han tenido lugar en el desarrollo histórico de varios pueblos.