Ginkakuji (Pabellón de Plata)
El templo hermano del famoso Pabellón Dorado de Kioto (Kinkaku-ji), el Pabellón de Plata (Ginkaku-ji) en realidad no tiene plata aplicada a su exterior. Es precisamente esta falta de adornos lo que la hace especial. En su elegancia discreta, Ginkaku-ji encarna la estética japonesa del wabi-sabi, el arte de encontrar la belleza en la imperfección.
Wabi-sabi es una estética basada en aceptar el ciclo natural de crecimiento, descomposición y muerte.
Los jardines de Ginkaku-ji
Enterrado en las sombras de la cordillera de Higashiyama, Ginkaku-ji rezuma wabi-sabi en todas partes, desde sus paneles de madera desteñidos, una vez barnizados en laca negra, hasta su jardín de piedra que evoca una sensación de limpieza y renovación.
El jardín seco conocido como el «Mar de Arena Plateada», es una de las características más interesantes del templo. La arena blanca rastrillada conduce a un cono imponente que fue diseñado para ser un lugar perfecto para observar la luna.
Vea el Mar de Arena Plateada.
El jardín seco está inspirado en un famoso lago cerca de Hangzhou, China, mientras que la pirámide de arena es la imagen especular del monte Fuji. Ambas formas de arena son metáforas religiosas para la iluminación, con la luna y su reflejo simbolizando una iluminación de la conciencia. El jardín de musgo de Ginkaku-ji refleja la belleza en el inevitable proceso de envejecimiento, también conocido en Zen como impermanencia.
5 Comidas famosas en Kioto
Ginkaku-ji fue construido originalmente como una villa de montaña para shogun, lejos del bullicioso centro de la ciudad de Kioto. El cerebro detrás del Pabellón de Plata, Ashikaga Yoshimasa, era un shogun que le dio la espalda a la política para perseguir la belleza. Como puedes ver, el gusto de Yoshimasa no era de ninguna manera convencional.
El Camino del Filósofo
No te pierdas el Camino del Filósofo mientras estás en Ginkakuji.
Encarnando esa sensación de zen aún más está el Camino del Filósofo adjunto, una pasarela de piedra de dos kilómetros de largo que conduce al vecindario de Nanzen-ji. Durante la primavera, las flores de cerezo florecen a lo largo del camino que lo cubre con pétalos suaves de color rosa y blanco.
Irónicamente, esto trae a hordas de personas que claman por ver las flores fugaces, todo lo contrario del zen. Sin embargo, vale la pena visitarlo, ya que un paseo sereno lo aleja del caos de la vida de la gran ciudad, solo por un momento.