Las 18 partes del ojo humano (y sus funciones)
Los ojos son uno de los órganos más increíbles de nuestro cuerpo. Y no es de extrañar, pues son los responsables de que dispongamos de uno de los sentidos, también, más impresionantes: la vista. Es, evidentemente, gracias a los ojos y a las estructuras que los conforman que podemos ver.
Los ojos son unos órganos que, a grandes rasgos, son capaces de captar señales lumínicas y transformarlas en impulsos eléctricos. Estas señales viajarán a través del sistema nervioso hasta llegar al cerebro, donde la información eléctrica se transformará en la proyección de imágenes que da lugar a la vista como tal.
Este procedimiento aparentemente sencillo esconde muchos procesos físicos y químicos muy complejos. Por ello, el ojo está formado por distintas estructuras que cumplen con funciones muy específicas pero que, al trabajar de forma coordinada, permiten que la luz sea transformada en señales eléctricas interpretables para el cerebro.
- Te recomendamos leer: «¿Cómo funcionan nuestros sentidos?»
En el artículo de hoy haremos un repaso de cómo es la anatomía del ojo humano y cuáles son las partes que los conforman, detallando las funciones que realiza cada una de ellas.
¿Cómo es la anatomía del ojo?
Cada ojo es una estructura similar a una esfera contenida dentro de la órbita ocular, que es la cavidad ósea donde se encuentran los ojos. Gracias a las estructuras que veremos a continuación, los ojos son capaces de moverse, captar la luz, enfocar y, en definitiva, nos permiten disponer del sentido de la vista.
Pasamos a analizar individualmente las partes que conforman el ojo humano.
Órbita ocular
La órbita ocular, pese a no ser una estructura del ojo como tal, es muy importante para su funcionamiento. Y es que es la cavidad ósea del cráneo que contiene los ojos y, por lo tanto, permite que estén siempre anclados y protege su integridad.
Músculos extraoculares
Los músculos extraoculares son un conjunto de seis fibras musculares (seis para cada ojo) que tienen la función no solo de anclar los ojos a la órbita, sino la de permitir el movimiento voluntario que hacemos a todas horas: hacia arriba y hacia abajo y hacia los lados. Sin estos músculos, no podríamos mover los ojos.
Glándula lagrimal
La glándula lagrimal sigue sin formar parte del ojo como tal, pero es imprescindible para formar las lágrimas, las cuales se producen constantemente (no solo cuando se llora) ya que es el medio que nutre, humedece y protege los ojos. La glándula lagrimal está situada por encima de la órbita ocular, en la zona cercana a las cejas, y es la estructura que genera el agua de las lágrimas (el componente mayoritario), que se juntará con los productos generados por la siguiente estructura para dar lugar a la lágrima propiamente dicha.
Glándula de Meibomio
La glándula de Meibomio se complementa con la glándula lagrimal para dar lugar a las lágrimas. En una región cercana a la anterior, la glándula de Meibomio sintetiza la grasa que debe contener cada lágrima para evitar que se evapore y para asegurar que se «enganche» al epitelio del ojo y así nutrirlo.
Una vez esta grasa se ha mezclado con el agua procedente de la glándula lagrimal, ya disponemos de lágrimas, que llegan a los ojos. Estas lágrimas cumplen con la función que hace la sangre en el resto del cuerpo, pues a los ojos no llegan los vasos sanguíneos (no podríamos ver si así fuera), así que deben tener otro medio para conseguir nutrientes.
- Te recomendamos leer: «¿Para qué sirven las lágrimas y el llanto?»
Conducto lagrimal
Después de que las lágrimas hayan nutrido y humedecido los ojos, están deben ser sustituidas por las lágrimas nuevas. Y aquí entra en juego esta estructura. El conducto lagrimal recoge las lágrimas, funcionando como una especie de sistema de drenaje que captura el exceso de líquido y lo lleva internamente hacia la nariz.
Esclerótica
Pasamos ya a hablar de las partes del ojo como tal. La esclerótica es una membrana blanca, gruesa, fibrosa y resistente que rodea la práctica totalidad del globo ocular. De hecho, todo lo que vemos de color blanco es debido a esta capa de tejido fuerte. Su principal función es la de proteger el interior del ojo, dar robustez al globo ocular y servir de punto de anclaje para los músculos extraoculares.
Conjuntiva
La conjuntiva es una capa de tejido mucoso transparente que recubre la superficie interna de los párpados y la parte anterior (la que está en el exterior) del globo ocular. Es especialmente gruesa en la región de la córnea y su principal función es, además de la protección, nutrir al ojo y mantenerlo lubricado, pues es la estructura que se impregna de las lágrimas.
Córnea
La córnea es la región en forma de bóveda que se observa en la parte más anterior del ojo, es decir, es la parte del globo ocular que más sobresale hacia el exterior. Su principal función es la de permitir la refracción de la luz, es decir, guiar el haz lumínico que nos llega desde el exterior hacia la pupila, que, como veremos, es la puerta de entrada al ojo.
Cámara anterior
La cámara anterior es un espacio lleno de líquido que se encuentra justo por detrás de la córnea, formando una especie de cavidad en el hueco que forma la bóveda. Su función es la de contener el humor acuoso, un líquido muy importante para el funcionamiento del ojo.
Humor acuoso
El humor acuoso es el líquido presente en la cámara anterior. El ojo está produciendo constantemente este líquido transparente, el cual tiene la función, además de nutrir a las células de la parte anterior del globo ocular, mantener la córnea con esa forma de bóveda característica para permitir así la refracción de la luz.
Iris
Justo por detrás de la cámara anterior se encuentra el iris, muy fácilmente detectable ya que es la parte con color del ojo. Dependiendo de la pigmentación de esta región, tendremos un color de ojos u otro. El iris es una estructura muscular con una función muy específica e importante: regular la entrada de luz al ojo. Y es que en el centro del iris se encuentra la pupila, la única puerta de entrada de la luz al interior del globo ocular.
Pupila
La pupila es una abertura localizada en el centro del iris que permite la entrada de la luz, una vez la córnea ya ha conseguido la refracción. Gracias a la refracción lumínica que comentábamos, el haz lumínico entra condensado a través de esta pequeña abertura que se aprecia como un punto negro en el iris.
La pupila se expande o se contrae dependiendo de las condiciones lumínicas, estando su dilatación y contracción regulada de forma automática por el iris. Cuando hay poca luz en el ambiente, la pupila debe abrirse para permitir el paso de la máxima luz posible. Cuando hay mucha, se cierra ya que no es necesaria tanta.
Cristalino
Justo por detrás de la región que conforman el iris y la pupila se encuentra el cristalino. Esta estructura es una especie de «lente», una capa transparente que ayuda a enfocar la luz sobre la retina, la estructura que, como veremos, es lo que realmente nos permite ver.
El cristalino recoge el haz procedente de la pupila y condensa la luz para que llegue como es debido a la parte posterior del ojo, donde están las células fotorreceptoras. Además, este tejido va cambiando de forma y es lo que nos permite enfocar los objetos en función de si están lejos o cerca.
Cavidad vítrea
La cavidad vítrea, como su propio nombre indica, es un espacio hueco que conforma el interior del globo ocular, proyectándose desde el cristalino hasta la parte posterior del ojo, es decir, la que está más lejos del exterior. Su principal función, además de ser la cavidad por la que circula la luz, es la de contener el humor vítreo.
Humor vítreo
El humor vítreo es el líquido que hay en el interior del globo ocular, es decir, en la cavidad vítrea. Se trata de una sustancia líquida algo gelatinosa pero transparente (sino, la luz no podría viajar a través de él) que nutre el interior del ojo, permite que mantenga su forma y, además, es el medio que permite conducir la luz desde el cristalino hasta la retina, la región del ojo encargada realmente de «ver».
Retina
La luz que ha sido refractada por la córnea, que ha pasado a través de la pupila, que ha sido enfocada por el cristalino y que ha viajado a través del humor vítreo, finalmente llega a la retina. La retina es la parte más posterior del ojo y es una especie de «pantalla» de proyección. La luz es proyectada en su superficie y, gracias a la presencia de unas células concretas, es el único tejido del globo ocular realmente sensible a la luz.
La retina es la región del ojo que dispone de fotorreceptores, unas células del sistema nervioso especializadas en, además de distinguir los colores, transformar la luz que impacta en su superficie en, a través de procesos bioquímicos muy complejos, impulsos nerviosos que ya pueden viajar al cerebro y ser interpretados por él. Porque quien realmente ve es el cerebro. Los ojos son «solo» órganos que transforman la luz en impulsos eléctricos.
Mácula
La mácula es una región muy concreta de la retina. Es un punto que hay en el centro de esta pantalla de proyección y es la estructura más sensible a la luz. Es la mácula la que nos da una visión central muy precisa y exacta, mientras que el resto de la retina ofrece lo que se conoce como visión periférica. Para entenderlo, mientras estás leyendo esto, la mácula se centra en dar una visión muy detallada de lo que lees. Esto es la visión central. La periférica es saber que alrededor de esta frase hay más letras, pero no puedes verlas con tanta exactitud.
Nervio óptico
El nervio óptico ya no forma parte del ojo en sí, sino del sistema nervioso, pero es imprescindible. Y es que es el conjunto de neuronas que conducen la señal eléctrica obtenida en la retina hasta el cerebro para que la información sea procesada y este impulso eléctrico se convierta en la proyección de imágenes que realmente nos hace ver. Es la autopista por la que la información sobre lo que nos rodea circula hasta llegar al cerebro.
- Te recomendamos leer: «¿Sería posible una pandemia de ceguera?»