Las bolsas de aire y la Piel

Resumen e Introducción

Las bolsas de aire, instaladas en la mayoría de los automóviles nuevos, son dispositivos de seguridad que se activan cuando una desaceleración repentina provoca la ignición de un cartucho de propulsor que contiene azida de sodio. La bolsa se infla con nitrógeno liberado durante la combustión. El despliegue libera varios gases de alta temperatura, incluidos nitrógeno y dióxido de carbono, y produce hidróxido de sodio, una sustancia alcalina altamente irritante. En aproximadamente el 7-8% de los casos, las bolsas de aire causan lesiones dermatológicas, como lesiones traumáticas, dermatitis irritante y quemaduras químicas y térmicas. Las lesiones no dermatológicas, como el daño ocular (queratitis alcalina, abrasiones corneales), las lesiones en los oídos, las fracturas óseas y el daño contusivo también pueden ser causadas por el despliegue de bolsas de aire.

Las bolsas de aire son dispositivos de nylon y caucho instalados en automóviles. En el caso de un accidente de tráfico, las bolsas de aire, generalmente colocadas frontal y lateralmente en el automóvil, se inflan rápidamente para minimizar las lesiones al conductor y a los pasajeros. Los dispositivos se activan mediante una desaceleración rápida; por lo tanto, incluso en caso de colisiones de bajo impacto, si la desaceleración es suficiente para poner en movimiento una red de sensores de aplastamiento, el mecanismo del airbag puede activarse inesperadamente.

El cartucho de azida de sodio en una bolsa de aire se activa mediante una señal de disparo, momento en el que se liberan nitrógeno, dióxido de carbono y otros gases. Los gases inflan una bolsa de nailon forrada de goma en aproximadamente 30-40 milisegundos y se liberan a través de los orificios de escape para permitir la deflación de la bolsa en 2 segundos. Durante la combustión se producen numerosos óxidos metálicos y estas sustancias crean una fina dispersión alcalina en el interior del automóvil. El hidróxido de sodio, una sustancia altamente alcalina que se encuentra en el aerosol, se considera la principal causa de quemaduras químicas.

La azida de sodio es una sustancia altamente reactiva que puede reaccionar químicamente con el agua, lo que conduce a la producción de productos tóxicos y explosivos. Al ser un gas inflamable, también puede causar quemaduras térmicas después de la ignición debido a chispas producidas por dispositivos eléctricos o altas temperaturas. El polvo de talco también puede estar presente en bolsas de aire porque a veces se usa en el embalaje de los dispositivos.

Aunque las bolsas de aire se consideran dispositivos seguros que salvan vidas, su despliegue puede causar lesiones. Se han notificado daños graves, como fracturas óseas (por ejemplo, en el esternón, las costillas y las clavículas) y contusiones de la columna cervical en niños y personas de edad avanzada afectadas por osteoporosis, que pueden ser mortales. La liberación de gases irritantes y partículas durante el despliegue puede provocar o exacerbar problemas respiratorios, especialmente en pacientes asmáticos.

Aproximadamente el 7% -8% de todas las lesiones causadas por el despliegue de bolsas de aire son lesiones cutáneas. Con el uso generalizado de este dispositivo de seguridad, se han reportado cada vez más lesiones cutáneas y traumáticas nuevas e inesperadas. Revisando la literatura pertinente y sobre la base de nuestra propia experiencia, creemos que es necesaria una revisión de las diversas lesiones cutáneas causadas por bolsas de aire.