Merezco ser Amado, Respetado y Valorado
Reconozco que merezco ser amado, respetado y valorado, y no soy egoísta ni pretencioso por pensar eso. Quiero que mi alma ría y que mi corazón se sienta seguro por haber encontrado su lugar en el mundo.
No sería una locura o arrogancia decir estas palabras en voz alta para nosotros mismos. Declararte y convencerte a ti mismo de que mereces ser amado, de que eres la cosa más hermosa que otra persona haya visto jamás, eso es gratificante. Ser respetado y valorado no es un privilegio, es un derecho.
Además, si mereces ser amado, también debes saber cómo amar, cómo reconocer a la otra persona como parte de ti mismo. Es un acto de libertad y autoexpresión que nos hace más grandes, y que todos merecemos experimentar.
Todos merecemos ser amados por las personas en nuestras vidas, comenzando con nuestras familias, continuando con nuestras amistades y finalmente alcanzando una pareja romántica que pueda amarnos consciente, madura y mutuamente.
No hay nada más digno, ningún principio más básico, que ser amado, valorado y respetado. Reflexionemos sobre esto.
A lo largo de mi viaje personal merezco luz, no tormentas
Las personas que son como tormentas de invierno en su vida realmente no saben cómo amarse o apreciarse plenamente. Las personas que te tratan con desprecio, indiferencia y negligencia son maestros de la infelicidad, y nadie merece ser tratado de esa manera. Nadie debe experimentar el vacío de sentirse no amado, no reconocido.
Cuando amamos de una manera que reconoce y valora a las personas en nuestras vidas, plantamos nuestras raíces en el mundo que nos permiten florecer en armonía, tanto por dentro como por fuera.
En este sitio, a menudo discutimos la importancia de amarse a sí mismo, la necesidad de la autoestima. La autoestima te ayuda a enfrentar las adversidades y a definirte a ti mismo, tanto para ti mismo como para el mundo. Te permite protegerte y disfrutar de ser tú mismo.
El amor propio es esencial, pero como vivimos en contextos sociales y necesitamos construir ciertos vínculos, también es necesario recordar lo siguiente:
- El amor propio es lo que esa voz interna te dice que mereces ser amado: quieres un amor sin lágrimas, con sinceridad en lugar de sarcasmo, con cercanía y colaboración en lugar de manipulación. No quieres un amor que es controlador y cargado de miseria.
- El amor propio también es lo que te dice que mereces respeto. Que nadie tiene derecho a discriminarte a ti o a tus palabras. Sabes que las palabras ofensivas y deshonestas duelen, así que evitas a la gente que las dice. Te proteges y pones límites.
- El amor propio te recuerda que mereces ser valorado por lo que haces y por lo que eres, y no es egoísta pensar eso. Porque las personas que valoran tu presencia te muestran que te aman, porque valorar a las personas les da un lugar en el mundo. Es reconocerlos y darles voz, presencia y aprecio.
Amar y ser amado
Ya que sabemos qué límites tenemos que establecer para evitar que se vulneren nuestros derechos, también es importante recordar que por mucho que pidamos ser amados, valorados y respetados, también debemos poder ofrecer lo mismo a los demás.
Hay dos brechas insalvables en el mundo de las emociones: amar intensamente y no recibir amor a cambio, y no saber amar de la manera en que otras personas aman.
Algunas personas solo saben cómo exigir cosas a otras personas. Necesitan ser reconocidos, ser atendidos, ser una prioridad todo el tiempo, ser escuchados y, por supuesto, ser amados por encima de todo, incluso antes que la otra persona. Son personas que devoran y destruyen.
Si quieres ser amado, aprende a amar con humildad, sinceridad y conciencia. Amar con el corazón abierto y los ojos abiertos; darlo todo a los demás, pero también esperar ser reconocido y correspondido.
Amar y ser amado, más que una necesidad, es un valor que debe caracterizar al ser humano: debemos saber amar a las personas que nos rodean, y también cómo recibir afecto y valorarlo.
Ningún padre debe negar el afecto a sus hijos, y ninguna pareja debe entender su relación de otra manera que a través de esos gestos diarios que construyen afecto, pasión y admiración. Y siempre debe ser recíproco.
Amar consciente y maduramente es valorar a la otra persona por lo que es, reconocerla como parte del plan de vida, como una pieza del propio rompecabezas emocional y personal.
Y sin duda, todos merecemos un amor que nos ofrezca felicidad en lugar de tristeza. Merecemos un afecto sincero que nos aprieta las manos y hace desaparecer el miedo y la incertidumbre.
Imágenes cortesía de Benjamin Lacombe