La Tempestad

Prospero es uno de los protagonistas más enigmáticos de Shakespeare.Es un personaje simpático en el sentido de que fue agraviado por su hermano usurpador,pero su poder absoluto sobre los otros personajes y sus miradas excesivas lo hacen difícil de gustar. En nuestra primera visión de él,aparece hinchado y arrogante, y su insistencia repetida en que Miranda preste atención sugiere que su historia la aburre.Una vez que Prospero pasa a un tema que no sea su absorción en la búsqueda del conocimiento, la atención de Miranda está cautivada.

La búsqueda del conocimiento mete a Prospero en problemas en primer lugar. Al descuidar los asuntos cotidianos cuando era duque, le dio a su hermano la oportunidad de levantarse contra él. Su posesión y uso del conocimiento mágico lo hacen extremadamente poderoso y no del todo comprensivo. Sus castigos de Caliban son mezquinos y viciosos, ya que llama a sus espíritus a pellizcar a Caliban cuando se apresura. Es defensivamente autocrático con Ariel. Por ejemplo, cuando Ariel le recuerda a su amo su promesa de liberarlo de sus deberes al principio si los realiza voluntariamente, Prospero se enfurece y amenaza con devolverlo a su antiguo encarcelamiento y tormento.Es igualmente desagradable en su trato con Fernando, llevándolo a su hija y luego encarcelándolo y esclavizándolo.

A pesar de sus defectos como hombre, Prospero es central en la narrativa de La Tempestad. Prospero genera la trama de la obra casi sin ayuda, ya que sus diversos esquemas, hechizos y manipulaciones funcionan como parte de su gran diseño para lograr el final feliz de la obra. Ver a Próspero trabajar a través de la Tempest es como ver a un dramaturgo crear una obra de teatro, construir una historia a partir de material a mano y desarrollar su trama para que la resolución alinee al mundo con su idea de bondad y justicia. Muchos críticos y lectores de la obra han interpretado a Próspero como un sustituto de Shakespeare, lo que permite al público explorar de primera mano las ambigüedades y la maravilla última del espíritu creativo.

El discurso final de Próspero, en el que se asemeja a un dramaturgo al pedir aplausos al público, fortalece esta lectura de la obra y hace que la escena final de la obra funcione como una celebración conmovedora de creatividad, humanidad y arte. Prosperoemerge como una figura más simpática y simpática en los dos últimos actos de la obra. En estos actos, su amor por Miranda, el perdón de sus enemigos y el final legítimamente feliz, su esquema crea todo el trabajo para mitigar algunos de los medios indeseables que ha utilizado para lograr su final feliz. Si Prospero a veces parece autocrático, en última instancia logra persuadir al público para que comparta su comprensión del mundo, un logro que, después de todo, es el objetivo final de cada autor y de cada obra.